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Reflexiones acerca del sistema monetario europeo, el euro y sus implicancias (página 2)



Partes: 1, 2

Durante la primera guerra mundial, la mayor parte de los
países capitalistas adoptaron el sistema del papel moneda
con el cual el oro cumple la función de medida de valor,
mientras que la función de medio de circulación y
de pago la cumplen los billetes de banco y los títulos de
valor, que no se cambian por el oro y, en consecuencia, pueden
desvalorizarse.

En el periodo de la crisis general del capitalismo, se
da una circulación inflacionaria del dinero papel en los
países del mundo burgués. Bajo el socialismo, la
circulación monetaria constituye un movimiento de dinero
desde un centro -el Banco de Estado– hacia todos los distritos,
empresas y organizaciones del país, e inversamente, lo
cual permite al Banco de emisión establecer una
regulación operativa de la circulación
monetaria.

En los países socialistas, existe el monopolio
estatal de divisas, es decir, el Estado posee el derecho
exclusivo de efectuar todas las operaciones con monedas
extranjeras y otros valores equivalentes, concentra en sus manos
todas las reservas monetarias.

El sistema monetario potencia su importancia cuando se
convierte en internacional, porque al ser internacional la moneda
se comporta como: i) medio de cambio en los intercambios
comerciales y en los movimientos de capitales. Los agentes
privados utilizan una moneda internacional como ii)
vehículo, es decir como un intermediario de cambio entre
dos monedas de segundo rango. Ej: Las transacciones entre Brasil
y Tailandia se dividen en dos momentos: real/dólar y
dólar/baht. Las autoridades monetarias utilizan las
monedas internacionales como iii) medio de pago en sus
intervenciones en los mercados cambiarios. Una moneda
internacional sirve como iv) unidad de cuenta para los
agentes privados en la facturación de sus transacciones
internacionales comerciales o financieras. Esta función es
diferente de la de medio de pago en la medida en que una
transacción puede ser denominada en una moneda y luego
pagada en otra (distinción entre moneda de
facturación y medio de pago). Las autoridades monetarias
hacen uso de la función de unidad de cuenta en la
implementación de sus políticas cambiarias cuando
deciden anclar sus monedas a una moneda internacional v)
de referencia. Finalmente, como vi) reserva de valor, una
moneda internacional es utilizada por los agentes privados con el
objetivo de preservar el valor de sus activos. Las autoridades
monetarias manejan la composición de sus reservas
internacionales en función tanto de sus objetivos de
optimización de la relación riesgo/rendimiento,
como de la naturaleza de sus intervenciones en el mercado
cambiario.

Así, entre las condiciones para la
internacionalización de una moneda, podemos referir:
i) Estabilidad –previsibilidad de la moneda,
ii) Aceptabilidad –liquidez, para ser
internacional una moneda debe ser aceptada universalmente; la
moneda debe ser "vehicular" en el sentido que ella es utilizada
por los otros países, en transacciones que no implican una
relación directa con el país emisor, iii)
Peso del país emisor en el comercio internacional: debe
ser importante, lo que refuerza la utilización de esta
moneda por los otros países, iv) Libertad de
mercados financieros del país emisor: debe ser amplia y
profunda, garantizando la condición de liquidez y
permitiendo así que su divisa juegue un rol de reserva de
valor para los actores privados y públicos.

Sistema Monetario
Europeo (SME)

En segundo término, abarcaremos
específicamente el tema del sistema monetario europeo,
cuya naturaleza es concordante con la organización o
sistematización de la circulación de una unidad
monetaria común[1]a los países
integrantes de la Unión Europea, el mismo que presenta
como eje central de su implantación y vigencia.

Este sistema aspiraba a facilitar la cooperación
financiera y estabilidad monetaria en la Unión Europea. En
ese sentido, tiene como objetivo: estabilizar las relaciones de
cambio entre las monedas a fin de garantizar un correcto
funcionamiento del Mercado Común, y de ese modo contribuir
a la confianza de los
inversionistas.[2]

Así, tenemos que entró en vigor en marzo
de 1979 como respuesta a las alteraciones causadas en las
economías europeas por la fluctuación de los tipos
de cambio en las crisis del petróleo y el colapso de los
acuerdos de Bretton Woods en la década de los
70.

Es preciso dejar constancia que dicho sistema,
presentó un objetivo triple, esto es: i) Conseguir
la estabilidad económica, ii) Superar las
repercusiones de la interdependencia de las economías de
la UE, iii) Ayudar al proceso a largo plazo de la
integración monetaria
europea.[3]

Por otro lado, resulta imprescindible señalar que
el componente central del SME se constituye el mecanismo de tipos
de cambio (MTC), vale decir, un sistema voluntario de tipos de
cambio semi-fijos, basado en la unidad monetaria europea (ECU),
adoptada en la creación del SME y basada en una
valoración cualificada de las monedas de los estados
miembros, Bajo el MTC, las monedas participantes están
autorizadas a fluctuar en relación con cada una de las
otras y el ECU solamente dentro de una banda fija de
valores.

Históricamente, la integración monetaria
europea ha sido un asunto de banqueros centrales más que
de funcionarios de los Ministerios de Economía, y eso ha
quedado reflejado en las relaciones entre las distintas
instituciones.

En ese sentido, cabe señalar que la
Dirección General de Asuntos Económicos y
Financieros (DG II), en aquellos años la guardia
pretoriana del, en ese entonces, presidente Delors,
realizó una labor discreta y callada, pero ayudó de
forma eficaz a que los Bancos Centrales pudiesen avanzar en la
construcción monetaria de
Europa[4]

La base teórica de SME es el ECU (European
Currency Unit
). El ECU es al unidad de cuenta a todos los
efectos del SME, y en ese carácter, radica una de las
grandes diferencias con la serpiente monetaria, que fluctuaba con
referencia al dólar[5]De este modo, el ECU
marcó un comienzo de independencia europea frente al
dólar.

El
euro

En este punto consideramos oportuno iniciar haciendo
mención acerca de la transición hacia la
adopción de dicha moneda como única.

Consecuentemente, es preciso dejar constancia que de los
modelos presentados para el paso a la moneda única, se
decantaron, fundamentalmente, dos posturas: la economicista,
sustentada principalmente por Alemania, que consideraba que antes
del paso a la moneda única era necesaria una
armonización económica y legislativa entre los
Estados miembros (marcha lenta); y la monetarista, sustentada por
Francia, que abogaba por un paso rápido a la moneda
única, mediante la creación de una
institución monetaria que estableciera los criterios
económicos que debían seguir los Estados
miembros.

El modelo sancionado en Maastricht se acerca a la
postura economicista. En el Tratado de la Unión Europea se
articula la transición en tres etapas:

i) El 1 de julio de 1990, por acuerdo del Consejo
de Madrid, se inicia una etapa de consolidación del
mercado interior. Los Estados miembros debían tomar las
decisiones necesarias para la consecución de la libre
circulación de personas, mercancías, servicios y
capitales. Plena realización del mercado interior.
Elaboración de planes de convergencia.

ii) El 1 de enero de 1994 comienza la segunda
etapa con la realización de las reformas legales e
institucionales necesarias con cara a la configuración de
la Unión Económica y Monetaria: prohibición
de financiación privilegiada de los sectores
públicos, evitación de déficits
públicos excesivos, creación del Instituto
Monetario Europeo, de un Sistema Europeo de Bancos Centrales
(SEBC) y de un Banco Central Europeo (BCE).

iii) La tercera etapa se inicia el 1 de enero de
1999. En esta etapa se fijan de forma irrevocable los tipos de
cambio al cual el euro sustituye a las monedas nacionales y
ejercitan plenamente sus funciones el SEBC y el BCE.

En ese sentido, el 1 de enero de 1999 el euro se
convierte en la nueva moneda de 11 Estados miembros y se
introduce una nueva política monetaria única bajo
la autoridad del BCE, comenzando la tercera y última etapa
de la Unión Monetaria.

Legalmente, las divisas nacionales participantes dejan
de existir y se convierten en "subdivisiones no decimales" del
euro.

Los mercados financieros de la euroárea cambian
al euro, incluyendo el cambio extranjero, los mercados de
obligaciones y acciones.

El período de tres años de
introducción de monedas y billetes de euro comienza, con
el principio de "no compulsión, no prohibición" que
significa que las personas y empresas tiene libertad para llevar
a cabo transacciones en euros, pero no están obligados a
hacerlo.

El 20 junio de 2000 se elabora la Decisión sobre
la inclusión de Grecia en la euro área, ergo: La
cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno en el Consejo Europeo de
Feira decidió que Grecia había cumplido los
criterios de convergencia y que se incorporaría al euro
desde enero de 2001. También se anunció el tipo de
conversión del drama griego al euro.

El 28 de septiembre de 2000 el referendum danés
rechaza la inclusión en la euro área, así:
Los daneses votan no a la adopción del euro en un
referendum nacional sobre la pertenencia a la moneda
única. · Septiembre de 2001: Precirculación
y distribución de billetes y monedas de euro. Aunque
todavía no entran legalmente en circulación, los
primeros billetes y monedas de euro son distribuidos a los bancos
y oficinas de correos.

El 1 de enero de 2002, los billetes y monedas de euro
entran en circulación, en ese orden de ideas, alrededor de
7.80 millones de billetes de euro y 40.000 millones de monedas,
aproximadamente, 144.000 millones de €, se ponen en
circulación por los bancos centrales de los 12
países de la eurozona. El 28 de febrero de 2002: retirada
de las divisas nacionales. La fecha definitiva para el final del
status legal de las divisas nacionales durante el período
de cambio (dependiendo de los calendarios de los planes
nacionales de cambio), significa la retirada definitiva de la
circulación de las divisas nacionales.

El 14 de septiembre de 2003 se produce el referendum
sobre la pertenencia a la zona euro de Suecia.

Suecia vota contra la adhesión a la zona euro,
consecuentemente, tenemos que, la tercera etapa se inicia el 1 de
enero de 1999. En esta etapa se fijan de forma irrevocable los
tipos de cambio al cual el euro sustituye a las monedas
nacionales y ejercitan plenamente sus funciones el SEBC y el
BCE.

Sin embargo, resulta necesario abordar el tema de
ampliación o extensión de la zona euro, y en ese
sentido, tenemos que, El 1 de enero de 2004 se adhieren 10 nuevos
Estados miembros a la zona euro (República Checa, Estonia,
Chipre, Letonia, Lituania, Hungría, Malta, Polonia,
Eslovenia y Eslovaquia).

Bulgaria y Rumanía se adhieren a la UE el 1 de
enero de 2007. La eventual adopción de una moneda
única forma parte de uno de los requisitos establecidos en
el Tratado.

Estos países, sin embargo, introducirán el
euro tan pronto como hayan cumplido las condiciones necesarias
(especialmente los criterios de convergencia de Maastricht) como
establece el artículo 122.2 del Tratado de la Comunidad
Europea.

Eslovenia fue el primer Estado miembro que forma parte
de los nuevos países adheridos en 2004, que cumplió
todos los criterios de convergencia y estaba, por tanto,
habilitado para adoptar el euro. Los billetes y monedas entraron
en circulación en Eslovenia el 1 de enero de
2007.

El 1 de enero del 2009, Eslovaquía, el segundo
país de los últimos doce países que se
adhirieron a la Unión Europea, cambia su moneda nacional
por el euro, sumando ya 16 países a la zona
euro.

Realizando un recuento de lo más resaltante
señalado respecto del euro, podemos afirmar que desde el
1º de enero de 2002, más de 300 millones de
ciudadanos europeos utilizan el euro en su vida diaria. Entre el
Tratado de Maastricht firmado en febrero de 1992, que
estableció irrevocablemente el principio de una moneda
europea única, y la circulación de monedas y
billetes en doce países de la Unión sólo han
transcurrido 10 años, plazo extraordinariamente breve para
llevar a cabo una operación única en la historia
monetaria mundial. 

El euro, que ha venido a reemplazar monedas que
habían sido para los países europeos los
símbolos e instrumentos de su soberanía nacional,
ha impulsado considerablemente la unificación
económica de Europa, al tiempo que representa un factor de
aproximación e identificación de los ciudadanos
europeos, que, a partir de ahora, pueden viajar por
prácticamente toda la Unión sin cambiar de
moneda.

  La adopción del euro significará
que los Estados transfieran al BCE sus facultades en materia de
política monetaria, que será única. Esto
supone que las tasas de interés y la emisión de
billetes de banco serán controladas desde
Francfort.

El Tratado de la Unión Europea (TUE) regula el
ejercicio de las políticas económicas y de la
política monetaria que regirá para todos los
Estados, que han consagrado un pacto de estabilidad y disciplina
presupuestaria y financiera a ser observado desde la
adopción de la moneda única.

Comportamiento
del euro

Según la "Introducción: Impacto del euro
en el sistema monetario y financiero mundial: Una
síntesis", publicado por el Diario español El
País en fecha 30/04/1998 (ya avisoraba que todo
no iba a ser necesariamente como se pensaba, es decir que el euro
iba a solucionar todo), así tenemos: i) el sistema
monetario internacional está dominado por el dólar
de los EEUU, ii) la introducción del Euro en el
sistema monetario internacional no forzosamente
significará mayor estabilidad en las fluctuaciones
cambiarias ni en el comportamiento general de los flujos de
capital en otras regiones, iii) el establecimiento de una
moneda única europea introducirá mayor estabilidad
en los movimientos cambiarios intraeuropeos, al quedar 11
países vinculados a una sola tasa de cambio (la del Euro)
frente al dólar, iv) a partir de los primeros meses
de 1999, al Euro le corresponderán de 30 al 35% de los
préstamos contraídos a nivel mundial, debido a la
gravitación de las 11 monedas participantes, v) El
mercado de Eurobonos y el de acciones van a rivalizar con el
estadounidense, reduciendo los costos del capital y aumentando la
eficiencia en su colocación, vi) la fortaleza del
Euro aumentará la capacidad de compra de los países
europeos que adopten esa moneda, beneficiando a sus importadores,
vii) es difícil afirmar que el Euro se va a
apreciar o depreciar con respecto al dólar, vii)
Los costos de las transacciones financieras que actualmente se
desprenden de la existencia de varias tasas de cambio entre los
países europeos disminuirán considerablemente,
facilitando las operaciones comerciales con la Unión
Europea y entre los países que la conforman.

Por otro lado, virando un poco el timón, es preciso
señalar lo referente al tema de la evolución del
tipo de cambio del euro, tenemos que: En su primer día en
la Bolsa de Frankfurt, el 4 de enero de 1999, el euro
comenzó a cotizarse a 1,1789 dólares. Desde ese
día el euro se devaluó, cayendo por debajo de la
paridad euro-dólar tan sólo un año
después y continuando su caída hasta el 26 de
octubre de 2000, cuando la nueva moneda alcanzó su
mínimo histórico de 0,8225 dólares. A lo
largo de ese año el tipo de cambio medio fue de 0,95
dólares.

El euro no se recuperó hasta la introducción de
la moneda en efectivo en 2002, subiendo de 0,90 dólares a
1,02 dólares a finales de 2002. Un año
después alcanzó 1,24 dólares.

En noviembre de 2004 superó la barrera de 1,30
dólares y el 30 de diciembre de 2004 llegó a su
máximo histórico de 1,3668 dólares.

A lo largo de 2005 el euro cayó hasta los 1,18
dólares en diciembre y posteriormente, en noviembre, por
debajo de su precio de salida.

En 2006 el euro subió entre los 1,1813 dólares
el 2 de enero y los 1,2958 dólares el 5 de junio. Al final
del año la divisa marcó su máximo
histórico tras romper fácilmente la barrera del
1,30, parece que para quedarse ahí.

Auge

En la temática de las transformaciones
importantes que favorecieron auge del euro, podemos citar:
i) Desarrollo de los sistemas de intermediación
electrónica: 99% del negocio interbancario se realiza
electrónicamente, ii) concentración en el
sector bancario: Reducción del número de
participantes en los mercados, iii) efecto de la
desaparición de las monedas de los países de la
zona euro: reducción del volúmen de transacciones,
iv) disminución del riesgo país
intraeuropeo.

Sin embargo, cabe señalar que dicho auge se
encontrará supeditado a la dación de los llamados,
factores para uso del euro como medio de pago/moneda vehicular, y
que dentro de los cuales podemos mencionar: i) Baja en los
costos de transacción, esto es, en los mercados en los
cuales se utiliza el euro como medio de pago/moneda vehicular,
ii) menor riesgo de cambio de instrumentos denominados en
euros en el mercado cambiario único de la zona euro,
iii) mejores condiciones de los operadores de la zona
euro, ya que para exigir que la moneda europea sea utilizada en
sus transacciones internacionales. Los exportadores europeos
prefieren su moneda local, como moneda de pago y de
facturación respecto de terceros países, iv)
fortaleza de la moneda, porque genera países emergentes y
en transición incitados a utilizar el euro para denominar
y pagar sus importaciones para equilibrar su riesgo cambiario
global. Al ganar confianza en el euro, recurren a éste
como moneda vehicular.

Crisis

Respecto de los factores de la crisis o caída del
euro, podemos referir: i) Que se inicia con crisis en
Grecia y se extiende con crisis en otros países de Europa,
ii) Caída sostenida del tipo cambiario del euro
frente al dólar durante más de 12 meses y no ha
cesado, iii) baja demanda del euro en el mercado de
capital, iv) políticas de tasa de interés no
sincronizadas de Estados Unidos y la Unión Europea
agudizan devaluación del euro, v) mercado juzga que
Banco Central Europeo no incrementará pronto la tasa de
interés y postergará medidas estructurales para
enfrentar crisis, vi) actitud ambigua de autoridades
europeas.

Implicancias
internacionales

Señalamos que la crisis: i) ha polarizado
las posiciones y ha hecho aflorar dudas sobre su viabilidad,
ii) crece corriente para salir de zona euro en varios
países, iii) perspectivas internacionales de
estancamiento, iv) migración de reservas
internacionales a otras monedas, v) posibles repercusiones
sociales y políticas dentro y fuera de Europa, vi)
urge tomar medidas estructurales para combatir crisis.

Precisamente, el punto último que trata acerca de
las urgentes medidas a llevar a cabo para contrarrestar la crisis
del euro, tenemos: i) Reducción de los
desequilibrios, ii) austeridad y ahorro, iii)
reducción de la inversión pública,
iv) liberalización del mercado laboral, v)
reducción del gasto público (reducción de
los salarios públicos y nuevas contrataciones), vi)
depreciación del euro, vii) incremento de
impuestos, viii) fomento a exportaciones, ix) ayuda
económica (salvataje), x) recuperación de
competitividad.

Como se ha señalado, el rescate a Grecia es
inevitable. Y lo es por varias razones: i) porque la
ruptura del euro sería mucho peor para todos sus miembros
que tener que sufragar el coste del rescate (piénsese que
no existe un procedimiento para que un país abandone el
euro y, si lo hiciera, además de tener que abandonar la
propia UE, crearía una crisis institucional sin
precedentes); ii) porque el coste del rescate es
relativamente pequeño dado el peso de la economía
griega en la zona euro; y iii) porque gran parte de la
deuda griega está en manos de bancos europeos (sobre todo
alemanes) que, si sufrieran pérdidas por el
default griego, podrían quebrar y tendrían
a su vez que ser rescatados por sus gobiernos, lo que
podría truncar la incipiente
recuperación.

Por todo ello, Europa –impulsada en este caso por
Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, con la autoridad que les otorga
estar al frente de sus respectivos países y sin ejercer
formalmente el liderazgo institucional de ninguna de las
instituciones de la Unión– han decidido asumir el
reto y rescatar a la economía griega. Si los mercados no
quieren comprar la deuda griega, ciertos gobiernos europeos
acudirán al rescate y evitarán, de paso, la
alternativa del FMI que es, en cambio, la preferida por los
miembros con moneda propia como el Reino Unido y
Suecia.

Es cierto que el Tratado de Funcionamiento de la UE
incluye el artículo 122.2, conocido como cláusula
de no bail-out que prohíbe los rescates
financieros tanto por parte del BCE como por parte de la
Unión (dichos rescates se permiten sólo en casos de
sucesos excepcionales que escapen al control de los gobiernos, y
es obvio que una indisciplina presupuestaria que dura más
de 10 años no es excepcional ni escapa al control del
gobierno). Además, el rescate plantea un problema de
riesgo moral contra el que tanto ha luchado el BCE: si Grecia es
rescatada, ¿no habrá un incentivo para que otros
países (o a la propia Grecia) se comporten de forma
fiscalmente irresponsable en el futuro? Sin embargo, por los
motivos expuestos arriba, la cláusula de no
bail-out
resulta poco creíble porque va en el
interés de los propios países de la zona euro
rescatar a su vecino en problemas, lo que los llevará a
sortear los impedimentos legales para buscar la forma
jurídicamente válida de hacerlo.

Así, más que por asistencia financiera
directa de la Comisión, parece que se optará
–si al final Grecia realmente lo necesitase, ya que el mero
anuncio de la determinación al rescate puede ser
suficiente– por una ayuda de tipo bilateral entre Estados
que incluya préstamos a los que va asociada una dura
condicionalidad, o el aval alemán a nuevas emisiones de
deuda griega o la compra de la deuda griega por parte de los
otros países. Incluso se ha planteado la posibilidad de
crear un nuevo Fondo Monetario Europeo, aunque la iniciativa no
parece que vaya a materializarse. Una vez concertada la
solución por Francia y Alemania, la estrategia se
perfiló por los 16 países del eurogrupo
–presididos por el luxemburgués Jean-Claude
Juncker–, obtuvo el visto bueno de la Comisión y del
BCE, y sólo fue elevada en el último momento a los
27 para reforzar el apoyo político. Pero Alemania ha
dejado bien claro que la solidaridad europea no librará a
la pecadora Atenas de una penitencia de larga austeridad en el
gasto público y de reformas estructurales, ya que las
condiciones de la ayuda no serán mucho más
generosas que las que estipularía una posible
intervención del FMI y, desde luego, ya no es posible
librarse del daño que la crisis ha causado a su
credibilidad como país.[6]

A modo de
colofón

Más allá de cuál sea la forma en
que finalmente se materializa el rescate a Grecia, esta
situación pone de manifiesto algunos problemas, tanto en
el funcionamiento como en la estructura de gobernanza de la
moneda única, que habrá que afrontar en el
futuro.

Por una parte, una vez que se produzca este primer
rescate, sería bueno que se estableciera un protocolo que
regulara este tipo de situaciones ante la eventualidad de que se
repitan en el futuro. Dicho protocolo reduciría la
incertidumbre (y con ella la volatilidad en los mercados de renta
fija) y, lejos de mostrar que la gobernanza de la zona euro es
deficiente, pondría de manifiesto que el euro es un
proyecto dinámico, en continua mejora y que aprende de los
retos a los que se enfrenta. De hecho, en la actualidad no existe
este protocolo porque cuando se diseñó el euro no
se contempló la posibilidad de que la peor crisis en 80
años fuera a producirse en el décimo aniversario de
la moneda única.

Por otra parte, el problema griego también pone
de manifiesto que la Unión Monetaria funcionaría
mejor si se fortaleciese el poder de la Comisión tanto en
lo relativo a la coordinación fiscal entre los
países europeos como en el ámbito de las reformas
estructurales. Por ejemplo, si Grecia (o también
España e Italia) hubiera hecho reformas para aumentar la
competitividad de sus exportaciones durante los últimos
años en la actualidad se encontrarían en una
situación mucho mejor. Asimismo, si Alemania hubiera hecho
un mayor estímulo fiscal al principio de la crisis, o si
existieran mecanismos institucionales a nivel europeo para
conseguir que su consumo interno fuera mayor (y, por tanto, su
superávit externo menor), países como Grecia,
España y Portugal habrían tenido una mayor demanda
externa que habría evitado que acumularan unos
déficit públicos tan elevados.

Algunas de estas deficiencias de funcionamiento son las
bien conocidas condiciones necesarias para el buen funcionamiento
de una unión monetaria. Cuando Paul Krugman subraya que el
euro tiene problemas de funcionamiento se está refiriendo
a que los países del euro deberían intentar
resolver algunos de estos retos (que políticamente pasan
por dar mayor poder al Eurogrupo y a la Comisión), no que
la moneda única sea un fracaso o que sus Estados miembros
estarían mejor sin ella y que deberían abandonarla
para poder devaluar.

Aunque muchas de estas reformas requieren de una mayor
cesión de funciones de soberanía a Bruselas
–algo que en este momento no parece que los países
puedan asumir–, también es cierto que el nuevo
Tratado, combinado con voluntad política, puede dar mucho
de sí. De hecho, Grecia ha sido el primer Estado miembro
al que se le va a aplicar el artículo 121 del Tratado, que
señala que la Comisión podrá dirigir
advertencias a un Estado cuando "se compruebe que la
política económica de un Estado miembro contradice
las orientaciones generales que ponen en peligro el
funcionamiento de la unión económica y monetaria".
Y el Consejo Europeo extraordinario, a falta de precisión,
se ha cerrado con una corta declaración política
que, sin embargo, implica la voluntad de coordinar mejor a partir
de ahora la fijación de los objetivos de política
económica y de reforzar la vigilancia de su
cumplimiento.

Haciendo el ejercicio de una perspectiva, tenemos que,
los primeros 10 años de vida del euro fueron tranquilos.
El importante reto técnico de sustituir las monedas
nacionales por euros fue superado de forma sobresaliente, el
Banco Central Europeo (BCE) consolidó rápidamente
una gran credibilidad y, aunque el Pacto de Estabilidad y
Crecimiento acordado en 1997 nunca logró sancionar a los
países que incurrieron en déficit excesivos, su
relativa debilidad para disciplinar las políticas fiscales
nacionales no parecía plantear problemas importantes para
el funcionamiento de la zona euro.

Además, ante el estallido de la crisis
subprime estadounidense a mediados de 2007 y de la
crisis financiera global en septiembre de 2008 el euro ha sido un
paraguas de estabilidad para casi todos sus Estados
miembros.

A pesar de que la crisis puso de manifiesto debilidades
en su estructura de gobernanza, la propia existencia de la moneda
única fue suficiente para evitar ataques especulativos,
devaluaciones competitivas, escaladas proteccionistas y
conflictos diplomáticos, que en el pasado habían
sido las reacciones habituales de las potencias europeas ante las
crisis económicas.

De hecho, a excepción del Reino Unido, hoy todos
los miembros de la UE que no pertenecen a la moneda única
están más interesados en incorporarse al euro que
en el pasado. E incluso Islandia, uno de los tres países
europeos occidentales que permanecían fuera de la UE,
solicitó en 2009 su adhesión atraído
precisamente por la estabilidad que le podía proveer la
moneda común, después de haber sufrido el colapso
de su sistema bancario.

Sin embargo, cuando todo parecía indicar que las
economías europeas comenzaban a dejar atrás la
crisis, el posible default de Grecia está
poniendo a prueba al euro.

Así, ante el espectacular aumento de las
posiciones inversoras a corto plazo que apuestan por la
depreciación de la moneda única, sus tradicionales
detractores (sobre todo en EEUU) han llegado a afirmar que puede
romperse. Este análisis explica por qué esa
posibilidad es casi inexistente, analiza las distintas
alternativas a las que se enfrentan la UE y la zona euro para
rescatar a Grecia y aventura algunas hipótesis sobre
cómo la "tragedia griega" puede condicionar el futuro
funcionamiento de la zona euro.

Grecia ha incumplido sistemáticamente durante los
últimos años sus obligaciones de política
fiscal como miembro de la zona euro incurriendo en déficit
presupuestarios tan elevados que, a comienzos de 2010, no es
inverosímil una hipótesis de suspensión de
pagos de su deuda. Algunos Estados miembros de la UE, movidos por
el peligro real que ese escenario pudiera representar a los
bancos privados acreedores –sobre todo alemanes y
franceses–, por el riesgo más o menos remoto de un
contagio a otras economías más importantes, o por
un indeterminado sentido de solidaridad, han impulsado una
operación de rescate financiero para ayudar a Atenas y
salvaguardar a la zona euro. La iniciativa fue finalmente asumida
por los 27, la Comisión y el Banco Central Europeo con
ocasión del Consejo Europeo extraordinario celebrado el 11
de febrero. Más allá de las especificidades del
caso griego, el episodio podría tener efectos importantes
para fortalecer la coordinación real de las
políticas económicas nacionales de la UE, en
general, y de la eurozona, en particular.

El euro, que ha venido a reemplazar monedas que
habían sido para los países europeos los
símbolos e instrumentos de su soberanía nacional,
ha impulsado considerablemente la unificación
económica de Europa, al tiempo que representa un factor de
aproximación e identificación de los ciudadanos
europeos, que, a partir de ahora, pueden viajar por
prácticamente toda la Unión sin cambiar de
moneda. 

En cualquier caso, la crisis griega abre la posibilidad
de que los países del euro vuelvan a replantearse
cómo hacer que el gran logro que significa la moneda
única pueda ser mejorado. Tal vez aprovechen esta
oportunidad.

Consecuentemente, tenemos que concluir en
que:

  • i) La creación de la UE y la
    implantación del euro hizo avizorar un horizonte de
    estabilidad y prosperidad económica.

  • ii) Numerosas economías voltearon al
    euro como refugio ante debilidad del dólar.

  • iii) Fortaleza del euro incrementó su
    uso hasta superar al dólar.

  • iv) Sin embargo, la deficiente política
    fiscal y la permisividad de las autoridades europeas lo han
    llevado a una crisis profunda.

  • v) Los países de la eurozona amenazan
    con retirarse del sistema.

  • vi) La crisis amenaza con extenderse a otras
    economías.

  • vii) Resulta urgente implementar medidas
    estructurales para evitar colapso del euro.

No cabe duda es de que la Unión Europea
está viviendo situaciones para las que claramente no
estaba preparada y siempre es buen momento para reformar aquello
que no funciona. En ese sentido, consideramos que al final, la
Unión Europea va a acabar dando la razón al jefe de
gabinete de Barack Obama, Rahm Emmanuel, cuando
señaló que "una crisis es una oportunidad que no se
puede desaprovechar, nunca".

Recomendaciones

Esbozamos como tales, las siguientes:

  • i) Diversificar tenencia de reservas
    internacionales a cartera de monedas.

  • ii) Aprovechar para realizar pago de deuda
    cuando tipo de cambio favorece.

  • iii) Fortalecer sistema económico
    peruano mediante disciplina fiscal y política
    monetaria equilibrada.

  • iv) Promoción de
    competitividad.

  • v) Fomentar política de ahorro y
    austeridad.

  • vi) Inversión en
    educación.

Bibliografía

ANDRADE E., Simón. Diccionario
de finanzas, economía y contabilidad.
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[1] ROSEMBERG, J.M. Diccionario de
administración y finanzas. Grupo Editorial Océano.
Barcelona. 1983, pp. 386-387.

[2] BERNARD, Y. & COLLI, J.C. Diccionario
económico y financiero. Editions do Seuil. Madrid. 1981,
p. 1135.

[3] MOTA, Raúl E. El Sistema Monetario
Europeo. “En línea”, recuperado el 22/07/10 de
Soloeconomia:
http://www.soloeconomia.com/dinero/monetario-sistema.html

[4] SANCHIS I., MARCO. Manuel. De las monedas
nacionales al sistema monetario europeo: La aportación de
los servicios de la comisión. “En
línea”, recuperado el 21/07/10 de Revistasice:
http://www.revistasice.com/cmsrevistasICE/pdfs/ICE_831_251-267__C41DE8DA66C2625EEC6109C0AC17F226.pdf

[5] ANDRADE E., Simón. Diccionario de
finanzas, economía y contabilidad. Editorial Lucero S.R.
Ltda. Lima. 1996, p. 492.

[6] STEINBERG, Federico y MOLINA, Ignacio. El
rescate a Grecia y el futuro de la zona euro. “En
línea”, recuperado el 22/07/10 de
Realinstitutoelcano:
http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/economia+internacional/ari32-2010

 

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Autor:

Jorge Isaac Torres
Manrique

kimblellmen[arroba]hotmail.com

Partes: 1, 2
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